Instinto Maternal – Estimulación Temprana

El Instinto Maternal y la Estimulación Temprana

Instinto Maternal - Estimulacion Temprana

En este artículo verás como las madres debemos y podemos recuperar nuestra confianza e instinto maternal tras haber sido desprestigiadas durante décadas por profesionales, a menudo hombres, sobre el conocimiento de nuestros propios hijos.

Seria hasta gracioso sino fuera por sus tristes consecuencias…

Las madres, sobre todo las primerizas, hemos tenido que soportar desde todos los ámbitos profesionales que no somos capaces de educar a nuestros hijos.

Pondré algunos ejemplos para que sepas a qué me refiero:

  • Desde las guarderías: donde nos marcan hasta en qué momento hay que quitar el pañal al niño, por supuesto, se guían más por la conveniencia de su calendario que por las necesidades del niño. En la guardería, ellos son los expertos, la madre no sabe nada…
  • Desde el pediatra que nos ve obsesivas e histéricas (aunque no lo diga lo notamos) si le decimos que el niño no come o cualquier otra “cosa diferente” que le notemos…
  • Pasando por los educadores infantiles que nos dictan si debemos o no enseñarles ciertas cosas como leer o sumar, que ya se lo enseñarán en el colegio, no vaya a hacerse un lío…
  • y siguiendo con la sociedad en general que considera que no podemos tratar a nuestro hijo con objetividad a causa de nuestros “lazos emocionales” si se nos ocurre decir que nuestro hijo es muy inteligente y que hace cosas geniales.

Tenemos que soportar críticas si decidimos dedicar más tiempo a nuestro hijo para que sea mejor persona en detrimento de ciertas horas de trabajo fuera del hogar. Entonces, para algunos, nos convertimos en unas mujeres que pierden su libertad profesional y, por si fuera poco, en una madres que sólo quieren que sus hijos sean mejores que los de las demás.

Nada más alejado de la realidad, ¿cómo pueden comprendernos tan poco?

Sin habernos dado cuenta, las madres quedamos tan intimidadas y desprestigiadas por los “profesionales” y por la sociedad, que acabamos aceptando que no somos capaces de conocer o comprender a nuestros hijos como lo hacen los “profesionales”.

Cuando ya nos han separado de nuestro bebé a una tierna infancia y nos han despojado de nuestro instinto maternal, entonces aparecen científicos con experimentos sobre ratas para decirnos que el cariño y el contacto con la madre reduce la ansiedad de las ratas… tal y como documento a continuación:

El 12 de septiembre de 1997, el doctor Dong Liu y sus colegas de la Universidad de CcGill, en Montreal, publicaron en la revista Science que su experimento científico ha demostrado que el contacto físico y el cariño de los padres es un elemento crucial para el desarrollo sano del cerebro y la regulación. Indican que a pesar de que por el momento sus conclusiones se han basado únicamente en la observación de ratas, lo más probable es que el fenómeno sea aplicable a todos los mamíferos, y por lo tanto a los seres humanos.

Los investigadores compararon el desarrollo del cerebro en ratas cuyas madres les habían proporcionado muestras continuas de afecto, lamiéndolas y acariciándolas, con el de otras ratas que habían recibido muy poca atención afectiva durante la primera época de su vida.

El experimento demostró claramente que las ratas que habían recibido el cariño de sus madres tenían un cerebro que se había desarrollado de una forma más sana. En concreto, los científicos observaron que al llegar a una edad adulta, estas ratas, eran mucho más capaces de afrontar situaciones de estrés.

“Hemos descubierto que la atención materna puede influir sobre el desarrollo de respuestas hormonales al estrés”, aseguran estos investigadores.

Las situaciones de angustia normalmente generan descargas de unas hormonas denominadas glucocorticoidas. Un exceso de estas hormonas, por culpa de una constante exposición al estrés, puede ser perjudicial para el cerebro, ya que pueden provocar una pérdida de neuronas.

El doctor Liu y sus colegas observaron que en el cerebro de las ratas que habían recibido más muestras de cariño, la cantidad de glucocorticoidas que se descargaba en situaciones de estrés era mucho menor que en el de las ratas que habían sufrido una carencia de afecto materno.

Los investigadores descubrieron que, de hecho, el cariño y el contacto de la madre reducía la ansiedad en las ratas, ya que incrementaban los niveles cerebrales de benzodiazepina (hormona tranquilizante).

En un editorial publicado por Science ese mismo día y sobre este trabajo, el investigador Robert Sapolsky, de la Universidad de Stanford, señala que, sin duda, este nuevo estudio tiene connotaciones importantes en la educación de los niños.

Sapolsky destaca que vivimos en una época preocupante en la que muchas familias se rompen. El menaje de los científicos es que los gobiernos deben facilitar a los padres las mejores condiciones posibles para que los niños puedan crecer en entornos que les permitan un desarrollo cerebral sano. El cariño y el afecto no son lujos, sino un alimento básico para las personas.

Pero esto, las madres ya lo sabíamos. Seguramente no podemos decir la proporción de hormonas glucocorticoidas y de benzodiazepina que provocamos en nuestros bebés, tampoco pueden profesores, psicólogos y médicos, pues estamos hablando de una investigación científica muy específica. Pero lo que sí sabemos muy bien es cuanto necesita nuestro bebé del amor y cariño que podemos darle. Los bebés prematuros abandonan su lucha por sobrevivir sino tienen el calor y amor de sus padres cerca, sencillamente es demasiado duro para ellos sin amor…

Continuación

Nuria Ferres

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